Ruglio de Larrañaga, Balbi de la UA y Abreu de Trouville: personajes del fútbol fanáticos del básquetbol

El amor por una institución se puede transmitir de una generación a otra, se empieza a gestar por lazos barriales o familiares, por algún amigo en común o simplemente por ver a un equipo jugar por televisión. El básquetbol uruguayo tiene varias historias de personajes del fútbol que se volvieron fanáticos de sus clubes y hasta el día de hoy viven con pasión ese apego a los colores.Cuando Ignacio Ruglio se mudó de Minas a Montevideo, Larrañaga le abrió las puertas del club pero la historia de su familia con el básquetbol no empezó ahí: "Mi padre jugó en Olimpia porque vivía en Colón. Después se fue a vivir a Minas, donde nacimos con mis hermanos y ahí se convirtió en presidente de la Liga Minuana de Básquetbol. Recuerdo los viajes al litoral porque era una plaza fuerte dentro del básquetbol uruguayo y también recuerdo varias piñatas que se armaban y mi padre nos escondía a mí y a mi hermano abajo de los bancos de suplentes mientras veíamos volar patadas y piñas porque eran partidos que terminaban mal", le contó Ruglio a Ovación recordando una anécdota que se dio luego del título de Peñarol campeón Sudamericano de básquetbol en 1983: "Papá como presidente de la Liga Minuana llevó a Peñarol a jugar un amistoso al Olimpic Atenas que explotaba de gente y yo con 5 años estaba en el banco de suplentes con el Fonsi Núñez, Bo Jackson y Joe McColl. Con los años me lo volví a cruzar al Fonsi y le recordaba eso porque en esa época quién iba a pensar que yo iba a terminar como presidente de Peñarol...".Y en 1990 la familia de Ruglio se mudó a Montevideo y lo hizo hacia la zona de Avenida Italia y Francisco Simón, a cuatro cuadras del Club Social Larrañaga : "De esa época recuerdo que un veterano se caminaba el barrio buscando gurises para que empezaran a jugar y empezamos a ir con mi hermano grande. Ahí nació el amor por el club. Ahí conocí a la madre de mis hijos, que era hija del entrenador".Ruglio recordó una anécdota que jamás olvidará y ocurrió en 1998: "Ese fue el año del primer ascenso de Larrañaga y con mi novia nos fuimos de mochileros por Estados Unidos. En esa época no había forma de enterarse de nada pero en el partido por el ascenso y desde un locutorio llamábamos cada 20 minutos al teléfono fijo del club para ver cómo iba el partido. Cuando terminó, ganamos, ascendimos y nosotros solos los dos abrazados y festejando eso. La gente no entendía nada".Otro que también llegó de Minas a Montevideo pero que lo hizo expresamente para jugar al...

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