Santa Lucía: un río en medio de la polémica

Botellas, alguna lata oxidada, paquetes de cigarros, bolsas y mosquitos que, a dos días de empezar junio, merodeaban el lugar. Y eso es solo lo que se ve. Lo que aterra es aquello que esconde el agua marrón que rodea la represa de Aguas Corrientes.Carlos TapiaEl País caminó por las inmediaciones de la represa, estuvo en el puente de la ciudad de Santa Lucía y también en el arroyo Canelón Chico. En todos estos lugares lo que se observaba era más o menos similar. En algunos sitios, como debajo del puente, incluso se podía ver una sospechosa espuma blanca, o más bien gris, que hacía suponer que la higiene de esa agua brillaba por su ausencia."Acá en verano los gurises se bañan tranquilos. No sé qué tanto joroban con el agua, si antes les venía diarrea y ahora ya no les pasa nada", dice un vecino que trabaja en el restaurante Don Pippo, que queda pegado al puente y al Club Náutico, que estaba cerrado.A unos kilómetros de allí, frente al arroyo Canelón Chico, cuyas aguas se conectan con la cuenca de Santa Lucía, otro vecino dice: "Te asomás nomás y ya podés ver los peces muertos". También se animó a echarle las culpas a alguien: "esto es todo por los frigoríficos". El País se asomó, no vio peces muertos pero sí esa agua marrón oscura que asusta.Las voces de Canelones no coinciden. Las versiones cambian según quién las diga y a qué se dedique. Los tamberos apuntan a los frigoríficos, estos a los que trabajan la tierra, estos otros a los que tienen vacas y los dueños del ganado a los tamberos… Esta cadena no tiene fin. A veces varía, a veces culpan a algunos y a veces a otros, pero nadie se hace cargo de una realidad que aún parece extraña para Uruguay: la calidad del agua no es mala, pero tampoco tan buena como lo fue. Las maquinarias de OSE no logran sacarle al agua del Santa Lucía un gusto que semanas atrás supo llamar la atención de buena parte de la población.En un estudio reciente de la Universidad de la República (Udelar) sobre el estado del agua de OSE, se advierte de la presencia de "altos valores" de fósforo en las aguas que van desde la cuenca de Santa Lucía hasta Aguas Corrientes. Y especifica que el 80% de esta contaminación es generada por fuentes difusas, "provenientes de actividades agropecuarias, entre las que se destaca la de explotaciones lecheras", es decir los tambos.Marcos Echeverría tiene 30 años y administra el tambo de su familia en Rincón de Vidal, que se encuentra a apenas un kilómetro de la cuenca de Santa Lucía. Él está "cansado de...

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