El secreto de Cuevas es que tiene pasta

El sábado 26 de octubre comenzó a las 10 de la mañana en Cañitas. Pablo Cuevas desayunó, fue hasta el Buenos Aires Lawn Tennis a pelotear un rato con Martín, y regresó para almorzar en casa.Hasta allí la rutina podría ser la habitual, si no fuera que estaba en la jornada que podría darle nuevamente un título, como hace ya tres años.A la hora del almuerzo cumplió con uno de los cambios que viene llevando adelante desde que comenzó la semana del challenger de Buenos Aires: comer pasta sin gluten. El mismo proceso alimenticio que lo llevó a Novak Djokovic al uno del mundo. Cuevas comenzó a seguir el consejo de su equipo de trabajo en este torneo, y el sábado no iba a cambiar.Luego de una buena siesta, nuevamente al club, pero esta vez para el peloteo final en la cancha que queda justo frente a la enorme carpa de prensa. Otra vez con "Bebu", pero en esta ocasión hasta 40 minutos antes del inicio de la final. Entre los arbustos que rodean esa cancha, algunos curiosos se quedaron mirando la entraba en calor del campeón.De allí al vestuario, y de ahí a jugar un partido que le devolvió la tensión y la emoción de una final y de un título."De verdad que tanto el partido de semis como la final, que incluso fueron a la misma hora, no tuvieron cambios por ser el del título. Traté de no darme manija ni analizar cuánto tiempo hacía que no jugaba una final. No pensé ni en eso ni en que sería el primer extranjero en ganar el challenger de Buenos Aires", dijo Cuevas a Ovación luego de toda la locura de fotos, festejos y conferencia.En un rincón de la carpa de prensa, mientras lo esperaban sus padres, su novia y sus amigos, la charla fluyó como lo más natural del mundo."Vine a disfrutar la final, como lo he hecho en este regreso al tenis. Quería la frutilla de la torta. Eso lo comencé a pensar después de ganar el primer set, cuando en el segundo comencé a sentir que estaba cerca del título. Ahí sí me vino...