¿Una segunda ola progresista?

La expresión surge del libro "La ola progresista" de 2015, que analizó justamente las características de ese gran movimiento que se generó en el continente a partir del triunfo electoral de Lula en 2002. En efecto, varios países de la región, como por ejemplo Argentina, Venezuela, Paraguay, Bolivia y Uruguay, entraron en esos años de inicios del siglo en ciclos de gobiernos que se autodefinían como progresistas y que perduraron en general por más de una década. Y luego de varios cambios de gobiernos, que tuvieron entre los más importantes a Bolsonaro en Brasil y a Macri en Argentina, muchos analistas ven en la actualidad un retorno de esa ola progresista.> > En ella se inscribiría, naturalmente, el triunfo de Castillo en Perú; pero también las grandes protestas en Chile a un gobierno de derecha fracasado, que pueden abrir la puerta de La Moneda a un candidato presidencial izquierdista; el triunfo de Fernández en Argentina, que reivindica de cierta manera al kirchnerismo en el poder; la victoria en Bolivia, en comicios libres, del presidente Arce, que proviene del campo identificado con Evo Morales; el sostenimiento en el tiempo, a pesar de todo, de Maduro en Venezuela; y, por supuesto, la expectativa que todo el campo izquierdista tiene de ver nuevamente a Lula presidente, triunfando en 2022 sobre Bolsonaro, y consolidando así el punto alto de esta segunda ola en el continente.> > Algunos de quienes así ven las cosas también esgrimen razones para preocuparse. Por un lado, la mejor forma que tiene la dictadura de Maduro de extender su influencia es de la mano de gobiernos afines en Sudamérica. Habrá sido gracias al impulso de la "brisita del caribe", esa expresión que da a entender un apoyo más o menos soterrado de Venezuela a sus candidatos más cercanos ideológicamente; o habrá sido por causa sobre todo de posicionamientos locales que les aseguraron sus victorias, lo cierto es que la narcodictadura madurista tiene motivos para estar más tranquila en la región si gobierna Castillo en Perú, Arce en Bolivia, o Lula en Brasil, que si lo hacen sus adversarios en cada país.> > Por otro lado, no hay porqué pensar que los gobiernos de esta segunda ola progresista están preparados para conducir a sus países por sendas de desarrollo y bienestar económico y social...

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