Lo de siempre

La película es tan repetida que nos harta en las primeras escenas: se acerca la aprobación de una nueva rendición de cuentas y, de golpe, aparece un pico de conflictividad. Eso ocurre de manera general en todo el sector público, pero con especial virulencia en la enseñanza. En los últimos días, diferentes liceos fueron ocupados con interrupción de clases. Las organizaciones sindicales que reúnen a los docentes de Secundaria anunciaron una huelga de diez días, que correrá entre el feriado del 19 de junio y el inicio de las vacaciones de julio. El resultado de esa combinación de fechas es que las clases quedarán suspendidas durante un mes entero. Antes de eso habrá paros salpicados de 24 horas. Entre las reivindicaciones que justifican estas medidas, se incluye la casi duplicación del salario mínimo docente (de 14 a 25 mil pesos mensuales).Del otro lado, también lo de siempre. El presidente de Secundaria, Juan Pedro Tinetto, repite unos cansinos llamados al diálogo que no conducen a nada (un intento de negociación con los docentes que ocupaban el liceo de Ciudad del Plata terminó de mala manera). El ministro de Educación osciló entre mostrarse receptivo ante las demandas de aumento salarial y el anuncio de que se respetarán los límites fijados por el Ministerio de Economía y Finanzas (dos objetivos claramente incompatibles entre sí).Como de costumbre, las grandes víctimas de esta escenificación son los alumnos y sus familias. Los días de clase perdidos se acumulan velozmente, pero apenas se reponen. El clima de funcionamiento de los centros de estudio sigue deteriorándose. La calidad de los aprendizajes esperables al cabo del año difícilmente pueda mejorar la de años anteriores. Todo suena conocido y extremadamente lamentable.No es que...

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