Simpatía por el demonio

Luis Fernando IglesiasDORIS DUPREE fue una de las siete hijas de Emma y Augustus Theodore "Gus" Dupree. Doris se casó con Bert Richards y tuvieron un solo hijo al que dieron el nombre de Keith. El niño veía poco a su padre dado que Bert trabajaba muchas horas en la fábrica de General Electric. La figura paterna fue cubierta por el abuelo Gus, quien fue músico de jazz y aprovechaba cualquier excusa para dar largas caminatas con su nieto entablándose una relación muy estrecha donde la música era uno de los elementos de unión. Richards observaba, como hipnotizado, la guitarra que colgaba en la pared de la casa de los abuelos, sobre el piano de Gus. "Cuando hayas crecido lo suficiente como para llegar a donde está, te dejo que hagas la prueba". Tiempo después supo que el abuelo la colgaba ahí solamente cuando lo visitaba y que moderaba la altura para estar seguro de que el deseo de su nieto se uniera con la edad apropiada. Cuando llegó a los diez años le dijo "aquí tienes", le enseñó algunos acordes y le dio un consejo: "Si consigues tocar "Malagueña" puedes con cualquier cosa". A los pocos días, mientras tocaba esa canción junto a la escalera de su casa, su madre se sorprendió al creer que la música provenía de la radio. El niño sintió que lo había conseguido.En abril de 2007, la vida de Doris se apagaba lentamente a causa de un cáncer. Tenía 91 años, cuando una tarde Keith decidió acompañarla en la sala de internación. La morfina la dejaba en un estado de sopor continuo aunque en algún momento de conciencia le reconoció a su hijo, un experto en la materia, que la sensación "no estaba nada mal". Mientras ella permanecía de ojos cerrados en la cama, él tomó su guitarra y tocó un buen rato la canción "Malagueña". Al otro día un asistente del músico habló con la mujer. "Keith estuvo tocando la guitarra para ti anoche ¿verdad?". La respuesta no se hizo esperar "Sí, aunque sonaba un poco desafinada". Richards reconoce que Doris debía de tener razón. Desde aquel lejano día cuando lo encontró tocando al lado de la escalera, el músico siempre confió en el oído de su madre.Hablar es barato. Desde la solapa de Vida, la autobiografía de Keith Richards escrita junto a James Fox, el guitarrista anuncia que "…lo crean o no, no me he olvidado de nada…". Hoy, a sus 67 años de edad, el maestro de los excesos, que durante los `70 encabezó la lista de famosos con mayores posibilidades de morir, es un feliz abuelo. Sabe que seguirá casado con su segunda esposa Patti Hansen y...

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