Talvi, al precipicio

Entre julio y octubre de 2019 mostró no entender los resultados de las internas: criticó a los blancos; coqueteó con la izquierda moderada; cerró la puerta a un senado de Bordaberry; se opuso a Manini Ríos; y mientras que hacía un berrinche por no figurar en debates, creyó que podía pasar al balotaje, cuando solo venía de obtener unos 5.000 votos más que Sartori.> > Recibió una respuesta doble. Primero, del aparato cultural y político de la izquierda, que lo liquidó en pocas semanas por pretender competir en su nicho socialdemócrata: denostaron sin tregua al neoliberal Chicago-boy, y le calumniaron infamemente a su vicepresidente. Segunda voz, más importante, la del pueblo: en octubre, su senado recibió menos votos que los de Sanguinetti y Zubía juntos, lo que fue evidentemente un pésimo resultado; y con 12,34% del total, el PC por él conducido obtuvo su segunda peor votación histórica (luego de la catástrofe de 2004).> > Pero siguió cometiendo errores. En la interna del PC, en vez de premiar a sus dirigentes con la dirección del partido, ganada en buena ley en la interna, creyó que debía dejársela a Sanguinetti. Luego, en vez de hacerse fuerte en el Senado, aceptó un ministerio. Le explicaron que era inconveniente por su lugar político, ya que siempre y naturalmente ser ministro implica cierta subordinación al presidente de la República. Le mostraron la opción, distinta y cercana, de Manini Ríos. No quiso escuchar, ni ver.> > Ya ministro, creyó que él definía solo los cargos diplomáticos relevantes. Por ejemplo, se le ocurrió que el senador blanco Abreu debía ser embajador en Argentina, y sin haber consultado al presidente, le ofreció ese lugar tan...

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