La tentación de romperlo todo

Una herencia no menor del gobierno que se va es el intento de establecer una divisoria de aguas muy marcada en la sociedad entre quienes piensan en acuerdo con el gobierno socialista, y quienes están del otro lado. Hay muchas expresiones de este rasgo poco democrático en contra del pluralismo.> > No es raro que ante la posibilidad de alternancia en el gobierno, se desate una resistencia desproporcionada, como si los opositores de hoy no fueran simples compatriotas con otra mirada e igual intención, sino enemigos dispuestos a destruir el nuevo estado de cosas. Por eso aparecen planteos como el de la candidata a vicepresidenta del FA cuando sostiene que la cuestión es entre oligarquía y pueblo, o como el de otros que plantean una batalla entre las conquistas sociales y el neoliberalismo -el paro del Pit-Cnt para agosto- o entre la educación popular y la educación al servicio del capitalismo... Cuando todo se ve con esta óptica que desconoce la riqueza del pluralismo de la democracia, de la alternancia en el poder, la convivencia, se va haciendo progresivamente más difícil y la violencia se empieza a extender. Si los que piensan diferente al gobierno son la oligarquía o sus súbditos; si los que quieren una economía más libre son esbirros del FMI; si los que aspiran a otra forma de relacionamiento laboral o de estructura del Estado son enemigos de los trabajadores... si todo esto se extiende, qué queda de aquel país de cercanías, de vecindad en lo geográfico pero más aún en lo humano. > > Uno de los peores frutos de este continuo agitar oficial de resentimiento es la situación actual de las relaciones laborales: de un lado el Pit-Cnt proponiendo defender las "conquistas" como si solo fuera posible la lucha y no la cooperación, y de otro las cámaras empresariales con la determinación de no contratar a nadie salvo excepción, por no correr el riesgo de incorporar un enemigo. Este clima irrespirable que la campaña electoral empieza a ventilar, podría llevar a una división severa de la sociedad como ya vivimos en los sesenta y setenta. > > Pero hay algo todavía peor que esa lógica de pensamiento único e intento de neutralización de todo el que piensa diferente: lo peor es precisamente la revancha. Se empiezan a advertir en los ánimos de la oposición sentimientos iniciales de exclusión de la izquierda de todo poder, de revancha sobre los sindicatos, de cambios en el signo del resentimiento. No puede ser...

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