Un tic hereditario

En la cultura de la izquierda existe una confusión parece congénita referida a la potestad y acción represiva del estado. A veces es un tic hereditario de cuando la izquierda, fuera del gobierno, era reprimida en sus manifestaciones por las fuerzas del orden. Todas las izquierdas del mundo (con excepciones, como en Cuba) han incorporado como una especie de condecoración autoconferida el haber sido reprimidos. De ahí lo embarazoso que le resulta a las izquierdas reprimir cuando llega al gobierno en un sistema democrático.La semana pasada se produjeron en Montevideo graves desórdenes después del partido de fútbol. Lamentables desórdenes: indignantes. Se destruyeron y robaron comercios, se asaltó la Suprema Corte y el edificio de los juzgados, se incendió un quiosco de revistas y otra suerte de desmanes. Los antecedentes, por todos conocidos, de disturbios callejeros, sean de estudiantes, de sindicatos o de otras organizaciones dominadas por la izquierda, señalan que lo primero que hacen sus dirigentes es decir que ellos no tuvieron nada que ver, que se trató de infiltrados. En este caso las declaraciones del Jefe de Policía dejan poco espacio para escabullirse.Según este jerarca policial había información de que se iba a aprovechar el festejo futbolístico para asaltar la sede de la Suprema Corte y otros desórdenes. En sus declaraciones de prensa el Jefe habló de grupos organizados. Los identificó como afines a Plenario Memoria y Justicia, Asamblea Popular, Partido Comunista y MPP. O sea, no hubo sorpresas ni nadie estaba desprevenido y, sin embargo, la Policía no pudo impedir los desmanes. Los dirigentes políticos del partido de gobierno no se han animado a condenar el hecho con el vigor que merece.En términos generales se ha generalizado la adopción de ciertas medidas que, en realidad, no sirven para los propósitos declarados (quizás sirvan a propósitos no...