Tiempos de esperanza

El martes fue un día curioso. Al conocerse la noticia de que el Papa Francisco había designado como nuevo Arzobispo de Montevideo al Padre Daniel Sturla las redes sociales, las radios y demás medios explotaron en manifestaciones de alegría pocas veces vistas ante una notica eclesiástica. Notoriamente se trataba de un tema que trascendía a la Iglesia Católica e impactaba en toda la sociedad. Solo así se explican las manifestaciones desde las más diversas posiciones, periodistas, políticos de todos los partidos, creyentes y no creyentes, en fin, un verdadero corte transversal del Uruguay.Es un tema que saca a la luz que debajo del gris laicismo mal entendido que predomina en nuestro país desde hace más de 100 años hay una búsqueda trascendental del ser humano que no se puede cercenar. Nuestro particular y jacobino proceso de secularización trocó un proceso sano y necesario en un episodio traumático y doloroso para el Uruguay moderno. No fueron la Iglesia Católica ni las demás religiones las que más perdieron con la mutilación oficial de la vida espiritual, fue nuestro país que se achicó en la diversidad de manifestaciones que pluralmente debe expresar una sociedad verdaderamente democrática.Que la auténtica laicidad, al fin y al cabo, es la convivencia civilizada de todas las creencias y no su aplastamiento en nombre de una ideología.> A nadie escapa que el Papa Francisco ha despertado una ola de alegría y esperanza que va mucho más allá de los límites del Vaticano. Un nuevo estilo que además viene procesando en silencio reformas de fondo marca la nueva dinámica de una Iglesia en transformación. Tal vez sólo en este escenario se entienda la designación de un nuevo Arzobispo para Montevideo inusualmente...

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