Toma de conciencia

La producción agropecuaria, esencial para la vida del país, encuentra su mayor fortaleza en la sustentabilidad. Significa que los recursos naturales pueden ser aprovechados indefinidamente, sin comprometer sus potencialidades.De comportarnos dentro de esa lógica básica, los beneficios que hoy recibimos de la tierra, el agua y su biodiversidad, estarán igualmente disponibles para las generaciones venideras.Lo que parece tan obvio en pláticas como ésta, no lo es en la realidad. Basta observar la situación de la cuenca del río Santa Lucía, hoy ubicada en el ojo del huracán, debido a su notorio deterioro medioambiental.Las acciones humanas manejan con evidente descuido componentes esenciales de los ecosistemas que nos ayudan y permiten vivir. Visto de este ángulo, resulta fácil concluir que no somos nada inteligentes al utilizar la cuenca como si fuera una red de alcantarillado urbano. Esta ancestral y patológica conducta, basada en la subestimación del valor primario del agua dulce, es la responsable de que la gran mayoría de los cursos de agua vinculados a poblaciones humanas, estén muy contaminados.Detengámonos un instante en esta situación. ¿Puede haber conducta más torpe e irresponsable que el deteriorar deliberadamente cañadas, arroyos, ríos y lagunas de nuestro entorno, usándolas de vertederos?Volviendo al Santa Lucía, hoy existe alarma pública sólo porque es la gran fuente de abastecimiento de agua potable del Área Metropolitana, o sea de la mayoría de la población de Uruguay.Debemos sacar valiosas enseñanzas de los problemas que nos aquejan.El país necesita un cambio radical en la gestión de los recursos naturales...

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