Transfusión de esperanza

María Fernanda Castillo no se acuerda del momento preciso en que le dijeron que le habían hecho una transfusión de sangre contaminada con el virus de la hepatitis C. Lo que sí conserva en su memoria son las idas frecuentes al gastroenterólogo pediátrico, los pasillos de la institución donde se atendía, los exámenes que debía repetir cada dos meses, y una frase que habría de escuchar varias veces desde los 11 años de edad: "No hay nada por hacer".

Hasta ahora, los pacientes crónicos de hepatitis C muchos de los cuales se enfermaron por negligencia asistencial, como ella se enfrentaban a un panorama desolador. Curarse era un privilegio reservado para quienes reaccionaran positivamente al interferón pegilado con ribavirina, una combinación de fármacos financiada por el Fondo Nacional de Recursos (FNR). Se calcula que solo el 30% de los enfermos responde y María Fernanda no fue una de ellos.

En 2011 empezaron a desarrollarse en el mundo nuevos antivirales que hoy ya cuentan con el visto bueno de la comunidad científica internacional: hay evidencia de que curan a más del 90% de los pacientes y la tasa asciende a 97% en quienes están en etapas tempranas de la enfermedad. Se aplican por vía oral sin mayores efectos secundarios durante 12 a 24 semanas. Si bien están autorizados para la venta en Uruguay, cada frasco cuesta 28 mil dólares y se necesitan al menos tres, lo que los convierte en parte de los polémicos "medicamentos de alto costo".

El 27 de enero la Justicia emitió por primera vez una sentencia que obliga al FNR a entregarle el medicamento a una persona con hepatitis C: María Fernanda. Después de 20 años escuchando que no había nada por hacer, que solo cabía esperar, esta mujer de 31 años recibió una transfusión de esperanza.

No fue la única. El viernes, una persona de 35 años, que también fue infectada con hepatitis C siendo niña nació con una patología en el cordón umbilical, sufrió trombosis y hemorragias digestivas, y recibió el virus en la sangre que le suministraron escuchó las palabras mágicas de parte de un juez: se condena al FNR a suministrarle el medicamento en un plazo de 24 horas.

Las dos nuevas beneficiarias de la Justicia comparten una condición: son "F1", lo que significa que su hígado no ha desarrollado altos grados de fibrosis. Esto implica que todos los uruguayos portadores del virus C, sin importar el estadio de su enfermedad, podrían soñar con curarse. Se calcula que hay entre 40.000 y 45.000 infectados en Uruguay, pero el 80% no lo sabe porque pueden pasar muchos años sin síntomas.

En paralelo a la Justicia, el Ministerio de Salud (MSP) incorporó al Formulario Terapéutico Médico (FTM) tres packs de medicamentos para la hepatitis C crónica, entre los cuales están los que la Justicia condenó al FNR a entregar. La resolución firmada por la ministra interina, Cristina Lustemberg, está fechada el 24 de enero: tres días antes de la sentencia favorable a María Fernanda. De esa forma, el MSP cumplió con su rol y zafó de la condena que sí recayó sobre el FNR, ya que en ese momento no tenía un protocolo que indicara a qué pacientes correspondía la medicación en cuestión.

La incorporación de los nuevos fármacos, que se produce en buena medida por el lobby que han hecho médicos y pacientes en estos años, es celebrada parcialmente porque aún falta saber lo más importante: quiénes podrán acceder. Según dijo a El País la directora general del Fondo, Alicia Ferreira, la comisión técnica a la que le compete esa decisión ya redactó la normativa y la...

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