Las tres reformas

Y está bien que lo hagamos, porque eso es parte del asunto. Casi todas las reformas educativas profundas incluyen este componente.El problema es que una reforma curricular aislada no suele ser suficiente. Si diseñamos nuevos planes y programas pero todo lo demás queda igual, lo más probable es que las nuevas propuestas nunca salgan del papel. Para que una reforma curricular se transforme en hechos concretos, casi siempre son necesarias otras transformaciones.Esto explica por qué un segundo aspecto esencial de toda reforma educativa es la reforma de la formación docente. Si queremos hacer las cosas de otra manera, tenemos que poner a las nuevas generaciones de docentes en condiciones de incorporar nuevos estilos de trabajo, así como tenemos que respaldar a quienes ya están enseñando para que puedan adaptarse a las nuevas condiciones. La formación docente tiene un impacto muy grande sobre las maneras de enseñar. Intentar cambiar esas maneras sin cambiar también la formación de maestros y profesores es un camino bastante seguro para terminar en el fracaso, porque las viejas maneras de hacer las cosas van a terminar imponiéndose.De modo que una reforma educativa profunda debe incluir normalmente una reforma curricular y una reforma de la formación docente. Y ni siquiera eso es suficiente. Además hace falta introducir cambios en el terreno de la gestión, es decir, en el modo en que funcionan los centros de enseñanza y en la manera en que se toman las decisiones.Hay al menos dos razones que justifican incluir este componente. En primer lugar, los cambios en la formación docente suelen ser lentos. Si demoramos dos años en poner en marcha una nueva modalidad de...

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