La verdad de la historia

La historia de nuestro país es mucho más zigzagueante de lo que suele admitir la historiografía dominante. Hay continuidades que vienen del fondo de los tiempos, quiebres sorprendentes, desenlaces impredecibles, personajes heroicos y de los otros.

A veces la fortuna ha estado de nuestro lado y otras hemos tenido una mala suerte terrible, pero bien analizadas cada etapa tiene sus propias causas y consecuencias.

Así, a modo de ejemplo, el siglo XIX muchas veces es visto como un páramo desolado atestado de guerras civiles donde la barbarie no dejó lugar para ningún progreso, lo que es absolutamente falso. Luego de la devastación que provocó la Guerra Grande, a partir de 1852 el Uruguay vivió su edad de oro, el período de mayor aumento de la población, de mayor crecimiento de la economía, de progreso cultural y material que pueda recordarse. El gobierno liberal y progresista de Juan Francisco Giró, en medio de enormes dificultades políticas y financieras, realizó una obra extraordinaria poniendo la casa en orden, eliminando impuestos, bajando aranceles, estimulando la producción, promoviendo la educación y un larguísimo etcétera. Esa formidable construcción se complementó bajo los gobiernos de Bernardo Berro y Atanasio Aguirre con un nuevo impulso reformista que incluyó avance tecnológico, patentes de inventos, mejoras en ganadería, nuevas rebajas impositivas y arancelarias también en medio de una situación muy compleja.

Ese siglo XIX liberal uruguayo que se cierra en 1875 con el golpe de estado al gobierno de José E. Ellauri y las primeras medidas estatistas y proteccionistas llevó a que uno de los más grandes intelectuales de la historia americana, Juan Bautista Alberdi, llamara a nuestro país la "California del Sur". Y tenía razón el tucumano, hacia 1870 el producto por habitante del Uruguay era igual al promedio del que tenían las economías líderes de la época, algo nunca igualado. Sin embargo, esa etapa gloriosa, de cultura emprendedora, gobiernos que alentaban la excelencia, una sociedad civil vigorosa y solidaria que creó las mutualistas y el Teatro Solís, de la inmigración masiva que venía buscando nuevos horizontes y los encontraba, quedó luego sumergida en el olvido para la mayoría de los historiadores. Peor aun, se lo suele ver como un período donde no hay nada que rescatar cuando lo verdaderamente formidable es cómo pese a la sangre que corría por las...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR