El viejo relativismo ético tupa

Anteayer, esta página recogió una de las más sorprendentes y reveladoras declaraciones del expresidente Mujica, que parece superarse día a día en el sinceramiento de su escaso apego al republicanismo. Fue más allá de cuando dijo aquello de "los blancos que cuiden a sus mujeres". O cuando admitió que tuvo que traer a los presos de Guantánamo a cambio de colocar en el mercado estadounidense "unas naranjas". O cuando le dijo a empresarios españoles que podían invertir en el país, porque los uruguayos somos "atorrantes". O cuando le espetó a un atónito transeúnte que la mejor manera de combatir la violencia de género era decirle al violento "aprendé a perder: si te engaña, no la fajés". No, no. Lo que dijo Mujica en la sede del Frente Amplio, el domingo pasado, fue aún peor que todo aquello. Porque otorgando nada menos que su apoyo político al aspirante a senador Raúl Sendic, que echó sobre la historia nacional la sombra de ser el primer vicepresidente de la República renunciante por corrupto, Mujica comparó el robo multimillonario de los Kirchner con una "mísera propina".La metáfora elegida no solo es reveladora del escaso volumen que Mujica asigna a una estafa de 36 mil millones de dólares (por lo bajo, ya que todavía es imposible cuantificarla totalmente). Permite una interpretación aún más perturbadora. Porque la propina es una retribución voluntaria que recibe quien ha brindado un buen servicio, y aplicada a este caso, hace inferir que las coimas son eso: retribuciones por la gentileza de asignar la ejecución de obras públicas. Propinas del 10 o el 20%, porcentajes "míseros", por conceder los dineros del contribuyente a empresarios mafiosos, cómplices de los eventuales inquilinos del poder.No podemos menos que recordar a un dirigente de segundo orden del batllismo que, fungiendo de director de una empresa pública en uno de los últimos gobiernos colorados, incurrió en la gaffe de reconocer a la prensa que había designado un pase a comisión para hacerle "una gauchada a un amigo".Esa gauchada fue amplificada por el Frente Amplio, opositor en esa época, al punto de pulverizar la imagen del imputado y clausurar para siempre su carrera política. Pero del otro lado del mostrador, Mujica no solo ha reivindicado explícitamente las gauchadas a sus Torenas y Placeres (y no con humildes pases a comisión sino con negociados multimillonarios); ahora justifica...

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