Volvió a salir el sol

Bengoechea gritó fuerte otra vez, con los puños apretados como contra Fénix, sólo que en la tarde del Franzini fue más por el gol del triunfo que Palacios metió en los descuentos, y ayer en Jardines ese fuego del alma le brotó con mayor énfasis en el final del partido que, tras la goleada de River Plate, marcó la resurrección de Peñarol, que en este caso le ganó a Danubio por 1 a 0. La reacción del técnico es por demás elocuente: no era por lo que insinuaba el cielo de Montevideo, precisamente, que se podía suponer que si Peñarol tenía otro resultado adverso, en su horizonte iban a aparecer nubes de tormenta. El triunfo, pues, tuvo ese efecto: abrió el cielo; sin que Peñarol haya jugado bien -pero falto de puntería- como en el primer tiempo contra River Plate, ni mal como en el complemento ante los darseneros. Eso, quizá ayer Peñarol fue un equipo neutro, que defendió en forma correcta ante una ofensiva rival que no fue ni por asomo igual a la del cuadro deJ.R, y atacó sin explosión ni sorpresa, con poca generación, al extremo de que Torgnascioli no debe haber tenido ni la mitad de la tarea que el domingo pasado tuvo Nicola Pérez; y ganó porque Danubio se le pareció mucho, y la eficacia atacante de Aguiar lo sacó del letargo que dominaba el accionar del cuadro dirigido por Bengoechea. Más aún, si hasta el gol de Aguiar el arco de Danubio había atravesado por menos situaciones de riesgo que el aurinegro, no era porque el mediocampo local, con Grossmüller jugando de volante de contención, ejerciera una presión que le impidiera al rival tener un buen volumen de juego; fue porque Peñarol trabajó sólo con dos herramientas para llegar al área de enfrente: las pasadas por afuera de Diogo en la izquierda y las diagonales que metía elVasquito desde la derecha. Además, a la ofensiva de los aurinegros le faltó vivacidad; salvo el gran trajín de Píriz, Nandez, Aguiar y los laterales, los movimientos del resto fueron previsibles y controlables para Danubio, cuya defensa no se desestabilizó ni con los pases de gol -pocos pero buenos- que hizo Forlán sin que tuvieran un aprovechamiento correcto. Debe haber sido por la suma del triunfo y eseestado del tiempo, entonces, que Bengoechea al final volvió a gritar como cuando el gol de Palacios a Fénix: el triunfo, que luego del gol el DT piloteó con tacto alsacudir y darle aire al equipo con los ingresos de Albarracín y Leyes, hizo que volviera a salir el sol; al menos para Peñarol, bajo el nuboso cielo...

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