El día que Uruguay reconoció a sus artistas, músicos y literatos

Hoy, 17 de diciembre, se cumplen ochenta años de la promulgación de la ley de Derechos de Autor que cambió para siempre y para bien el destino de los escritores, músicos, artistas plásticos y científicos uruguayos. La norma fue impulsada por el entonces ministro de Instrucción Pública, el nacionalista Eduardo Víctor Haedo. Ocho décadas más tarde, la Cámara de Diputados tiene a consideración un proyecto que recibió, hace un año, media sanción del Senado y que echa por tierra todos los principios y derechos consagrados por la ley de 1937.

Con esta ley que lleva el número 9.739, Uruguay fue uno de los primeros países de América del Sur en proteger los derechos de autor. Cuatro años antes, en 1933, lo había hecho Argentina, sancionando su ley de propiedad intelectual que sirvió de inspiración para la norma que Haedo remitió al Parlamento.

El mensaje del proyecto, enviado por el Poder Ejecutivo en mayo de aquel año, decía: "La sanción de una ley que proteja al trabajo intelectual, es en estos momentos una necesidad impuesta por la dignidad y decoro nacional"... Más adelante aseveraba: "Nuestro derecho ha permanecido sordo a las sugestiones y exigencias de la labor creadora", para enfatizar luego que (...) "la protección del trabajo intelectual, es imperativo constitucional. El artículo 32 (hoy 33) de la Constitución de la República impone que "el derecho del autor, del inventor y del artista sean reconocidos y protegidos por la ley".

Hasta entonces, los creadores uruguayos malvendían su trabajo y estaban, en el mejor de los casos, a merced de intermediarios, editores inescrupulosos o compañías discográficas voraces. Y eran muchos los que no percibían ni un peso por su trabajo.

Las cartas que Florencio Sánchez le escribió a su amigo y mecenas Pablo Minelli desde Italia en 1909, ilustran muy bien cuál era su situación económica. El reconocido dramaturgo uruguayo había sido enviado a Italia por el gobierno del presidente Claudio Williman para que informara acerca de la conveniencia de que Uruguay participara en una exposición artística a celebrarse en Roma. En realidad, Williman, que sabía de las penurias materiales que atravesaba Sánchez, quiso ayudarlo para que tuviera un ingreso e intentara que sus obras se tradujeran y se representaran en Italia.

Desde Milán, el dramaturgo le escribía a Minelli:

"Compañero: Estoy en la getta (sic). Debíamos haber firmado el contrato con Marazzi ayer, pero se le ha enfermado al hombre un hijito y ha tenido que...

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