El hombre fuerte de la Justicia

Es la cara visible de un cambio drástico. Transformará en un año la forma en que se investiga, juzga y acusa en Uruguay, y esto lo convertirá en el fiscal de corte más poderoso de la historia. Sus opiniones lo han puesto varias veces en el centro de la polémica, lo que le creó alianzas y oposiciones. ¿Quién es Jorge Díaz?

Jorge Díaz habla con vehemencia hasta de su rutina. Dice que prefiere dejar afuera los asuntos personales y sus ojos cerrados con gesto tenso acompañan esta resistencia. Sin embargo, ni bien empieza a explicarse, lo derrota su propia naturaleza: gesticula, mueve las manos y mira fijo a los ojos de su interlocutor para enfatizar sus opiniones, que lo han transformado en un actor clave y polémico en todo lo que tiene que ver con el proceso penal uruguayo. Es un hombre difícil de convencer, dicen los que lo conocen desde hace décadas. También dicen que es de ideas firmes y enérgico. Él acepta "la imputación" y agrega una. Es terco.

Tiene 49 años y es la cara visible de la Fiscalía General de la Nación desde 2012, cuando luego de tres años como juez de Crimen Organizado se lo designó fiscal de corte, el cargo más alto al que puede aspirar un fiscal. Hoy es el protagonista de una reforma histórica al Código del Proceso Penal (CPP), que cambiará la forma en que se investigan, acusan y juzgan los delitos. Para cuando se implemente, será el fiscal de corte más poderoso que ha tenido Uruguay. En el camino, se ha ganado varias resistencias, acusaciones e incluso enemigos. Pero, ¿quién es Jorge Díaz?

La justicia penal nunca fue una ambición de Díaz, que en todo caso la veía como "bailar con la más fea". Cuando era juez de paz "odiaba" oficiar casamientos, pero lo suyo parecía apuntar a lo civil y procesal. Sin embargo, le tocó bailar con lo penal y hoy cree que le pudo marcar el paso bastante bien.

Sus orígenes se remontan a Fraile Muerto, en el departamento de Cerro Largo. Hijo de un policía y una costurera, tuvo una infancia que define como "pobre pero digna". A poco de terminada la dictadura y con apenas 17 años llegó a Montevideo para inscribirse en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, en medio de un ambiente efervescente. Como estudiante militó en el gremio, trabajó en la fotocopiadora de la institución y aunque por un momento amenazó con cambiar su orientación y dedicarse a la historia, recibió su título con la idea clara de que quería ser juez.

Trabajó en Soriano, Tacuarembó, Paysandú y Canelones, y llegó a Montevideo para luego convertirse en juez de Crimen Organizado. Fue el primero en procesar por el delito de lavado de activos del narcotráfico, estuvo a cargo del hasta ahora misterioso caso del arsenal de Saúl Feldman y le tocó procesar a Anabella Damasco, una colega de mayor jerarquía, por apropiación indebida de dinero del Estado.

El momento bisagra en su vida le llegó a los 37 años, cuando pasó de la oficina al CTI en unas pocas horas. Entre las dunas de Solymar, dentro de una bolsa de nailon había un cuerpo. Eran los restos de una mujer que había sido asesinada por su esposo ocho meses antes y que había permanecido entre la arena todo ese tiempo tras un meticuloso plan de su asesino, que para esquivar las sospechas incluso había falsificado una carta en su nombre. "Firmé el auto de procesamiento y salí para el médico", reconstruye Díaz. Tuvo cuatro paros cardíacos y el cardiodesfibrilador que está implantado en su pecho se lo recuerda todos los días.

Por eso, ahora no toma café, dejó de fumar y se...

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